jueves, 21 de mayo de 2009

Una vacaciones a precio de casa

Ahora que comenzamos a preparar las vacaciones nos damos cuenta de que la cartera la hemos debido dejar en los otros pantalones... porque abulta tan poco que no se la ve. Un viaje que resulte inolvidable, pero que cueste poco dinero: Austria. Sin duda todos pensáis que estoy diciendo tonterías, porque Austria otra cosa no, pero fama de ser una de las perlitas de Europa y, por tanto, de entre lo caro, lo más caro, pero nada más lejos. Viena, la capital, maravillosa como ella sola, puede que sí, quizá un poco más, pero vaya, que el país va mucho más allá.
Pongamos por caso, montañas, deportes, naturaleza y tranquilidad: Innsbruck, la capital de los Alpes. Allí donde se suelen disputar los juegos de invierno, donde el famoso tejadillo de oro, donde las vaquitas de Milka cruzan para tomarse unas vacaciones. Es el Tirol, no son las montañas de Heidi, pero las mejoran. Es una comarca tradicional hasta en los detalles más insignificantes y luego te encuentras con edificios vanguardistas dignos de Nueva York o de Tokyo.
Si lo que uno quiere es comer y beber bien, pero bien con mayúsculas... Salzburgo. Donde está la abadía de Sonrisas y Lágrimas, donde nació Mozart, donde está el Hangar 7, sinónimo de arquitectura, arte contemporáneo y alta cocina y donde cada año se celebra el Gran Festival de Salzburgo. Aquí se suele venir en plan familiar, cultura hasta en la sopa, que será estupenda, porque la comida allí tiene un 10.
Y si uno lo que quiere es juerga y pasarlo bien, pues Graz. Es la segunda ciudad en importancia del país y es la universitaria. Con su isla flotante del río Mur, la torre del reloj, que es el icono de la ciudad y donde los enamorados suben a darse su primer beso, los heurigern, que son jardines para tomar vino blanco y cerveza (terrazas de verano para que nos entendamos, pero muy bien ambientadas) y lo que poquito que en Europa se puede llamar bar, sabiendo a lo que nos referimos y lo que esperamos de un bar: música, copas y que no cierre a las doce en punto como el bar de Cenicienta.
En Austria se puede comer de menú por 5€, que no está nada mal y las tiendas no son ni la mitad de caras que en Madrid o Berlín ni que por supuesto, en Londres o en París. El sistema de transporte público es una auténtica gozada y está pensado para eso, para que lo use el público, que con un euro te vas a la otra punta de la ciudad en metro, tranvía y autobús, una cosa después de la otra... y con el mismo euro, quiero decir, con el mismo billete. La gente es acogedora hasta el final, cuando hablan inglés... se les entiende, cosa muy de agradecer, porque el alemán ya son palabras mayores, pero cuando uno aprende inglés y se va a Londres, se quiere pegar un tiro y se vuelve a apuntar a primero de la academia.
Yo no soy austriaca, pero me parece un lugar tan encantador y tan rico en todos los sentidos, que estoy en trámites, a ver si me adoptan pronto.