¿A quién no le gusta beber ron? Pero no uno cualquiera, uno
bueno. ¿Y a quién no le gustaría beberlo en la misma Hacienda en que lo
producen?, ¿En Venezuela?, disfrutando del clima, de la gastronomía y de una
naturaleza y un paisaje fuera de lo normal. Estoy hablando naturalmente del Ron Santa Teresa de Venezuela.
La idea es la siguiente. La CNN hace unos días eligió como
una de las diez mejores rutas del mundo dentro de las marcas de destilados, la
ruta del Ron Santa Teresa. A través de la propia Hacienda de Santa Teresa en
Venezuela, donde se fabrica este licor.
Es una ruta bastante original, que te lleva en un trenecito
por toda la Hacienda, recorriendo cada punto importante. Empiezas probando la
caña de azúcar, recién cortada, tan dulce y tan jugosa… después puedes ver cómo
fermentan el mosto, como se convierte en melaza, cómo se obtienen los
diferentes tipos de alcohol. Es muy divertido y muy instructivo, dicho sea de
paso.
Luego te muestran los talleres donde los artesanos toneleros
construyen los barriles, donde se esconde la magia que convierte la melaza en
ron. Allí huele a madera maciza y es una sensación muy entrañable.
Una vez que nos sabemos más o menos el procedimiento, es
hora de las clases teóricas, es decir, de aprender lo que es realmente
importante y lo que n o lo es en un licor, lo que diferencia un buen ron de uno
malo. Para esto, el Salón de Catas Trepiche, donde los enólogos nos dan un baño
a través de las sensaciones de nuestros cinco sentidos para que tengamos una
noción lo más aproximada posible de las características organolépticas del
producto. Para que podamos disfrutar a muchos más niveles, en definitiva. Y una
vez que nos sabemos la teoría y hemos visto cómo se pone en práctica, nos
nombran embajadores del Ron de Venezuela, para que nosotros mismos podamos
poner en práctica nuestros conocimientos y, en la medida de lo posible, predicar con el ejemplo, allá por
donde vayamos.
La guinda la pone una divertida degustación de cócteles y
tragos de ron, para que sepamos bien de lo que estamos hablando cuando
ejerzamos nuestra labor de embajadores…
Es una experiencia divertida y educativa, pero sobre todo, a
mi juicio, de lo más original, que deberíamos incluir todos en nuestra visita a
Venezuela.