jueves, 30 de junio de 2011

Nazaret, la aldea de ayer y la ciudad de hoy

La antigua aldea de Nazaret, de donde cuentan las lenguas que lo saben que procedía Jesús. Sí, ese Jesús, el de Nazaret. Es hoy una animada y actual ciudad bulliciosa como la que más, pero con una Historia más vieja que su nombre y más intensa que la de cualquier película de Hollywood.
Allá por el año cero de nuestra era, la aldea no debía de tener mucho más de un puñado de grutas convertidas en vivienda para aprovechar la piedra y ahorrar material.
¿Qué hace uno cuando llega a Nazaret? Eso depende. Fundamentalmente del motivo del viaje.
Si el motivo es religioso, la ciudad está plagada de lugares santos allá donde uno quiera posar los ojos. La casa de la Virgen María, la fuente donde conoció a José, la casa de José, la cueva de la Anunciación, etc… casi todas ellas convertidas en iglesia, pero muy bien conservadas. Lugares que sin duda poseen una energía especial y en los que los sentimientos religiosos se magnifican y uno puede disfrutar de una experiencia bastante fuera de lo común y bastante enriquecedora, incluso para los más escépticos.
Si el motivo es cultural, histórico incluso, los mismos lugares pueden ofrecer una perspectiva muy diferente. Por supuesto las iglesias carecerán de interés, pero no la razón de la misma, es decir, conocer la casa de la Virgen es una muestra breve, aunque concreta de cómo se vivía en aquella época. Cada gruta constituye un vestigio incalculable de la importancia arqueológica del emplazamiento. Al nivel turístico, pero también en las propias excavaciones que se encuentran en las afueras de la ciudad y que, seguramente pertenecieron a otros asentamientos. A otras aldeas. Como decía, perfectamente conservado todo. Todo. Es un lujo darse un paseo histórico por esta ciudad. Entretenido, instructivo, divertido...
Si el motivo es la curiosidad. Que también es un motivo muy válido. Ambas vertientes pueden resultar interesantes. La de recorrer las iglesias y la de recorrer los yacimientos. Pero lo más positivo de este motivo es el hecho de que nos permite divagar y ampliar el abanico. En Nazaret hay un mercado inmenso, en el que lo mismo da vender un vestido, que una botella de vino, sagrado o no, que una sartén, un zapato, un juego de maletas o una ristra de ajos. Allí cada uno se puede perder por una calle y salir cubierto de bolsas. De lo más divertido. Ahora bien, al contrario que en Jerusalén, en Nazaret no se regatea. El precio es el precio, amigos.
Si el motivo es gastronómico, entonces es un buen motivo. Vino, muy buen vino el de esta ciudad. Falafel y kebabs de cordero, pero sin lugar a dudas, el premio es para los pastelitos árabes. Esos a los que les chorrea miel de azahar por todas partes y que seguramente engordan para toda la vida... exactamente esos que se me antojan ahora tanto. Quizá los mejores que he comido nunca. No exagero. Hay que probar los pastelitos de Nazaret.
En fin, el motivo es lo de menos. Se puede hacer un cóctel con todos ellos y pasar un par de días divertidos, no en vano algún santo dijo que Nazaret era la Flor de la Galilea. La flor no sé, pero el centro administrativo de Galilea sí es y eso se nota. La ciudad es como un pequeño mosaico de Babel. 25.000 árabes musulmanes, 22.500 árabes cristianos (sí, también los hay), 24.000 hebreos y un montón de turistas de todas partes del mundo. Un ambiente curioso en una ciudad distinta.

miércoles, 29 de junio de 2011

Una comida en mesa eslovena

La hora de la comida en Eslovenia es un capítulo aparte de cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir. En este país no están dispuestos a que nadie pase hambre. Y tienen platos para todos los gustos, eso sí, llenos hasta desbordarse.
Las cantidades no tienen nada que ver con lo que la dieta Mediterránea aconseja. Sin embargo, aunque los eslovenos son personas bastante altas, lo normal es que además sean bastante delgados. Hombre, excepciones hay como en todos los lados, pero la tónica general es ser altos, delgados y comer como si tuviesen los pies huecos.
Y ¿qué se come en Eslovenia? los platos típicos suelen ser fuertes y contundentes, por lo que conviene pedir poca cantidad y no comer con los ojos o nadie llegará al postre.
Para empezar sopa, siempre hay sopa para elegir, una de las mejores es la Borscht, de verdura y que se puede tomar fría o caliente. A los niños les hará gracia, porque es casi roja por la remolacha. Luego hay gachas de trigo sarraceno (en Eslovenia otra cosa no, pero trigo sarraceno... hasta en la propia sopa y nunca mejor dicho) con un sabor muy particular pero muy agradable. Después viene la carne y se termina con un buen y dulce postre.
Los ingredientes principales son la col, las judías y las patatas. Así que estos aparecen en casi todos los platos. De hecho, la patata asada es algo muy común y con una aceptación enorme.
Debido a su cercanía con Italia dominan la preparación de la pizza, que probablemente sea incluso mejor que la italiana y la pasta, por ejemplo los žlikrofi de Idria, que más bien son raviolis rellenos de patata, beicon ahumado, cebolla y un montón de especias, pero su preparación es todo un arte. Este es uno de los platos que más les gustan a los peques.
El Wienerschnitzel austríaco es también muy común, es un filete empanado, lo mismo que el pollo frito, también empanado, que se llama Pohana piska. Pero si no te gustan la gastronomía típica, te puedes centrar directamente en los quesos y embutidos, especialmente el jamón o el salami esloveno.
En cualquier caso hay que probar la jota, que es una especie de guiso de repollo y judías, con algunos trozos de carne o tocino. También, el bograč, que es parecido al gulash húngaro con tres tipos diferentes de carne y que toma su nombre del tipo de cazuela en el que se cocina.
Algo suave pero contundente y con un aspecto bastante peculiar, es el Mlinci, tiras muy finas de pan en forma de pasta, que se hierven en agua con un poco de sal, parecen tiras de bacon, pero en realidad es pan. Su aspecto da mucha grima porque al fin y al cabo es pan mojado y sin embargo, el sabor sorprende. Acompañan platos de carne, como la polenta, que depende de si lleva carne o no, puede ser un plato principal, es un potaje italiano muy popular en Eslovenia.
Y una sabrosa comida termina con los dulces potica, un bollo relleno de chocolate o una prekmurska gibanica, un pastel de requesón, manzana, nueces y semillas de amapola. Pero el pastel por excelencia es el Kremna Rezina de Bled. Hojaldre, crema de huevo, nata dulce y más hojaldre, sorprende porque no es empalagoso (por increíble que parezca) e incluso resulta suave. Por último, los helados. Repito lo que dije de la pizza. Suaves y cremosos pueden ser mejores que los italianos.
No me voy a extender hablando del vino ni de la cerveza, que son bastante buenos, sobre todo los vinos blancos. Los tintos aún tienen un largo camino que recorrer. Y en cuanto a la cerveza… excelente. También hay muy buenos, muy, muy buenos licores. Y para los sin alcohol,
zumos de frutas del bosque o los batidos y chocolates eslovenos. Después de esto sólo me queda desearos buena petito, porque la mesa está lista.

martes, 7 de junio de 2011

Vacaciones en un puño. VILLAGE DE VACANCES

Una de las razones por las que todos viajamos es la de descansar, otra es la de conocer, otra es la de divertirse... pero todos estamos de acuerdo en lo difícil que es unir todas esas motivaciones y poder decir que viajamos durante nuestras vacaciones para disfrutar. Sin embargo, todos sabemos que organizar unas vacaciones no es tarea sencilla y que, si lo hacemos con toda la familia, poco a poco se convierte en una tarea imposible.
Los niños quieren jugar y estar entretenidos, los adolescentes quieren que los dejen a su aire, los padres quieren descansar y los abuelos quieren que les hagan caso. Cada uno quiere una actividad distinta, un deporte diferente, llevar un horario propio y compaginar todo eso puede ser más estresante que trabajar.
Pero no todo está perdido. En 80 días tenemos una fórmula casi mágica con la que todos los sueños pueden cumplirse. En Francia han pensado en todo y han creado un concepto de vacaciones que pasa por tres puntos fundamentales: diversión garantizada para toda la familia, no es nada caro y se trata de simplificar al máximo. Se trata de las Village de Vacances.
Vamos a explicar esto con calma porque "a priori" tiene interés. Por lo visto en Francia han ideado un concepto de vacaciones en las que lo principal sea el descanso y el disfrute de todos los miembros de la familia o del grupo que se junta para disfrutar de sus días de ocio. De modo que en un recinto más o menos grande, mejor dicho, bastante grande para lo que nosotros acostumbramos, se distribuyen apartamentos, villas y habitaciones, comedor cubierto y al aire libre o terraza, piscina, salón de juegos, en muchas ocasiones incluso escenario y... de momento, más o menos como un hotel o un resort normal, pero a eso le añaden atractivos como la naturaleza, es decir, suele haber actividades deportivas como surf, senderismo, esquí, dependiendo del emplazamiento del lugar y de la estación del año en que vayamos. Y esa es la parte en la que los adultos centran su tiempo de ocio, porque a los pequeños, los podemos dejar en su club social particular, donde un equipo de monitores los mantendrán ocupados y entretenidos todo el día. Pero ¿qué ocurre cuando los niños son de edades diferentes? Esto también está contemplado... cada monitor o cada habitación es para un grupo de niños de una edad. Así los más pequeños pueden aprender sobre la naturaleza haciendo recopilación de piñas piñoneras, mientras que los niños más mayores preparan una obra de teatro que podrán estrenar el viernes por la noche. Los adolescentes, por su parte, tienen su propio y espacio y su propia oferta cultural y de ocio. Y los abuelos igual. Aquí cada uno puede disfrutar de su propio tiempo sin depender de los demás. Cada día será una ventura y será completamente diferente al anterior.
Sin lugar para la exageración, a las pruebas me remito y aprovecho para invitar a todo el mundo a conocerlo y a disfrutarlo.