viernes, 29 de octubre de 2010

Una carta curiosa

Navegando por la web, concretamente dando “una vuelta por el ciber”, he encontrado el siguiente comentario realizado por un agente de atención al pasaje, y me gustaría compartirlo. La copio tal cual.
“Queridos pasajeros: Dejen ya de quejarse todo el tiempo Despues de llevar 20 años trabajando como agente de atención al pasaje, estoy verdaderamente cansado de oir a los pasajeros quejarse y gimotear todo el tiempo. Si yo fuera a sus trabajos y me comportara como muchos de ustedes lo hacen en los mostradores de facturacion, la areas de embarque o los aviones, probablemente acabaría arrestado. Lo primero de todo, lean los carteles y dejen de esperar que les tratemos como a niños pequeños. ¿Es que no puede encontrar el baño por usted mismo? ¿Y no puede leer una tarjeta de embarque?. Actuan como si tuvieran derecho a un cierto tipo de asiento en el avion. El avión NO les pertenece. Usted solamente alquila ese asiento durante la duracion del vuelo, ¡recuerdelo! . ¿No quería tarifas más baratas?. Bueno, ahora puede viajar acompañado por los antiguos pasajeros de las líneas de autobus, que ahora pueden comprar un billete de avión. ¿Todavía se pregunta porque esa mujer de 150 kilos de peso con solo un puñado de dientes, un fuerte olor corporal, y que necesita varios alargadores del cinturon de segurad se sienta junto a usted?. Porque ahora, gracias a usted, puede pagárselo. Se quejaba cuando se le servía comida y, ahora que no se el sirve, también se queja. ¿No puede descubrir como pasar a través de un control de seguridad? ¿Quiere que le dibujemos un croquis? No lea nunca ninguno de los carteles de aeropuerto, y luego diga que nadie le dijo adonde ir. Yo le diré adonde ir... Se enfada cuando todo está en hora y usted llega tarde ¿Qué quería?... ¿que retrasásemos el avión por usted?. Usted sería el primero en quejarse si hiciésemos eso por otro pasajero. Se vuelve histórico cuando los vuelos van llenos, y cuando los vuelos van medio llenos, quiere que le pongamos en primera clase por cortesía, de todo corazón. Esto, es un NEGOCIO. El propósito final es GANAR DINERO. La ultima vez que lo pregunté, trabajaba en una areolína, no en un empresa de mudanzas. Si quiere cambiar de casa, llame a una empresa de mudanzas, son los de los camiones grandes. Ademas, no es necesario que lleve todas sus pertenencias cuando va de fin de semana. De acuerdo, en ocasiones podemos ser descorteses. Probablemente se deba a tener que tratar durante todo el día con idiotas como usted. NO somos niñeros ni psicologos. No eramos maleducados cuando empezamos en este trabajo, así que me pregunto que nos ha podido pasar. Decirle NO no significa que seamos maleducados, sino simplemente que usted no consigue todo lo que quiere por el mero hecho de pedirlo. Se lo digo de nuevo, esto ES UN NEGOCIO, no es un regateo. Use el sentido común y deje de actuar como un imbecil. Traiga su cerebro al aeropuerto, porque parece querer traerse todo lo demas. Nuestro salario ha sufrido rebajas, al igual que la plantilla así que, ¿sabe que?, no somo alegres campistas que estamos al otro lado del mostrador. Recuerdelo la proxima vez que pregunte por quinta vez en cinco minutos cuando se va a embarcar el vuelo, porque seguirá siendo media hora antes de la hora de salida, COMO SIEMPRE HA SIDO, al contrario de lo que usted podría pensar; o quizá podría intentar leerlo, puesto que la hora de embarque esta impresa en su tarjeta de embarque, al lado del numero de puerta. Unúltimo punto: ¡¡¡¡¡ NO CONTROLAMOS EL CLIMA !!!!!”
El original se puede encontrar en "Una vuelta por el ciber"

lunes, 31 de mayo de 2010

Se acabó la Calle Real

Al parecer, después de 5 largos años emitiendo, mi amigo Javi Picos, se va de Calle Real. Quizá algunos nos habréis escuchado conversar improvisando una agenda turística para sus oyentes. Durante dos años, he sido su invitada en el programa de la radio de Villalba y durante dos años, no sólo hemos sido amigos, él ha sido mi maestro y me ha enseñado todo lo que sé acerca de la radio. Ha sido un tiempo mágico y divertido, lleno de anécdotas y de grandes momentos. Todo ello supervisado siempre, desde el otro lado de la pecera, por el maestro de obras, Oscar. Otro de los grandes.
Así que durante dos años, he trabajo con ellos, me he divertido con ellos, he aprendido de ellos y, sobre todo, he sido su invitada y siempre me han tratado como si formara parte de la casa.
Sin embargo, todo buen camino tiene un final. En este caso es más una imposición que una elección y parece que la política se ha interpuesto en lo que podría haber sido una historia perfecta. Quizá no estoy correctamente informada, de hecho, reconozco que no, que no sé de la misa la mitad, pero el ambiente que se respiraba el último día en el estudio, decía a gritos que no se trata de un malentendido, ni de una decisión amistosa... ni de nada, nada bueno.
¿Sabéis cuando se respira la mala leche? Pues esa era exactamente la sensación. Y eso me entristece infinitamente, porque todos los que hemos colaborado en la Calle Real, todos los que hemos formado parte de su gran familia y todos los que somos fans incondicionales y oyente devotos de Javi Picos, nos sentiremos muy defraudados cuando no volvamos a escuchar nuestro programa favorito y nadie pueda explicarnos cuál es la verdadera razón.
Javi, que siempre tendrá un lugar en nuestros corazones y en nuestras casas, porque ha demostrado sobradamente ser un hombre de la cabeza a los pies, de los que tienen palabra y de los que trabajan de sol a sol, en una palabra: un profesional, estoy segura de que puede contar con todo nuestro apoyo, nuestra simpatía y, por supuesto, todo nuestro cariño.
Por eso os quiero pedir a todos, una firmita en su blog http://callerealfm.wordpress.com/2010/05/30/erase-un-blog-a-una-radio-pegado/#more-5172 para que se sepa apoyado y para que no dude de que puede contar con nosotros, como medio de comunicación y, como sus amigos que somos.

martes, 18 de mayo de 2010

Cenizas para esperar en tierra

En los últimos días los viajeros, los que volamos en avión, hemos tenido la cruz de la nube más oscura sobre nuestras cabezas. Retrasos y cancelaciones que, por una vez, no son culpa de nadie. Para que luego venga el personal y me cante la de “espacio libre de humos”... pues parece que esta vez es la naturaleza la que viene poniendo la nota de color sobre nuestros cielos y, lo que es peor, sobre nuestros espacios aéreos.

He oído comentar por ahí que la gracia nos va a durar unos dos años. Así que lo mejor será irse acostumbrando. Vaya palo para las aerolíneas, porque si la cosa andaba floja de por sí, “la nube” se va a llevar lo poco que había que salvar.

En principio parece una chorrada como un piano de cola, porque al fin y al cabo es ceniza y, si la mayoría de los aviones están preparados para navegar con piloto automático y además tienen radares, uno podría preguntarse porqué razón hay que cancelar los vuelos. Sí, es cierto, visto así, la ceniza del cigarro es suave y no parece demasiado molesta. Al menos no tanto como para importunar a un avión en vuelo. Pero nada de eso… la ceniza volcánica es, por lo visto, más densa de lo que uno interpreta por ceniza en un primer momento. Luego está el hecho de que el avión, no va precisamente despacio. Así que imagínate el avión atravesando la dichosa nube a casi 1.000 km por hora. Es decir, no sólo sería como pasar el avión a través de dos limas de uñas gigantes a toda velocidad, con el consiguiente desgaste del fuselaje, sino que además habría que preguntarse qué les puede pasar a los motores... yo no soy muy ducha en cuestiones técnicas, pero me imagino que, como poco, los inutilizará.

He preguntado a los expertos y me han hecho un dibujo según el cual, la ceniza erosiona las palas del compresor y luego se funde con el calor de la cámara de combustión, dando lugar a una sustancia sólida parecida al cristal. Esto bloquea el flujo de aire y el motor se cala o bien, directamente, se inflama. Por no hablar del sistema de climatización del interior del avión, porque a la que llega la ceniza, el humo se filtra al interior y eso debe ser una juerga. Así que bueno, en principio, sólo es ceniza, pero con muy mala leche. Casi compensa esperar en tierra y no correr demasiados riesgos.

Pero esto no es lo peor. El volcán Eyjafjalla tiene un coleguita que está esperando a que el primero se calme para empezar a hacer público su nombre. Se llama Katla y como la pronunciación es mucho más sencilla que la del que actualmente está liándola en el espacio aéreo europeo, cabe esperar que se popularice más rápido, sobre todo, porque es un volcán mucho más grande y, si le da por erupcionar, la nube se va a pasear por todo el planeta y esa sí que nos va a dar dolores de cabeza a los asiduos de los aeropuertos.

domingo, 21 de marzo de 2010

Dormir por menos de lo que cuesta un menú

El tema de las low cost cada vez está más de moda. Necesariamente, el mercado exige que haya oportunidades en ambos extremos: las cinco estrellas y un lucero a precio de lujo asiático, porque lo vale y la normalidad versátil y cómoda, pero además asequible. Si uno quiere disfrutar de unas merecidas vacaciones, ahorra y se deja mimar en todos los sentidos para disfrute y solaz de sí mismo; pero si uno necesita hacer uso de un servicio, cuya calidad no debiera exceder de lo que encontraría en su propia casa un martes por la noche, entonces el precio debe ser lo más reducido posible.

Un vuelo de 12 horas a un paraíso caribeño exige casi un billete en el que se incluyan todos los extras imaginables, porque en eso consisten las vacaciones. Mientras que un vuelo de una hora, maletín en mano, ida y vuelta en el mismo día, con el café en la garganta y corriendo para que nos dé tiempo a todo antes de que cierren el banco, lo único que exige es puntualidad y el precio más económico del mercado.

Esto que parece tan claro en las líneas aéreas es mucho más lógico y necesario en los hoteles. Por eso hay cadenas que ya nos permiten disfrutar de un mínimo espacio, decorado de forma lógica y útil, sin grandes lujos ni extravagancias que nadie va a utilizar, a cambio de las tecnologías punteras a la orden del día. Es decir, a mí que la bañera tenga hidromasaje, durante un viaje de trabajo, me viene a dar igual, pero que en todo el hotel se pueda disfrutar de wifi me parece fundamental. Si en la habitación no hay cuadros, ni sillones ni balcón con flores, no me afecta, pero que la cocina esté abierta 24 horas al día te da la vida cuando llegas de una reunión a la una de la mañana y te mueres de hambre. Un hambre que la chocolatina o las pasas del minibar no van a solucionar de ninguna manera. Y una mini copa de vodka al precio de una botella entera, tampoco. Prefiero que me suban de la cocina un buen plato de lo que sea. Incluso un bocadillo me sirve.

Si además, la noche me sale por 10 euros en lugar de por 60 euros... para no tener tiempo de disfrutar del gimnasio o de la piscina... la verdad es que el cambio compensa. Compensa mucho. Sobre todo porque, en el caso de los hoteles, no te encuentras con el timo-sorpresa de que te van cobrar un extra por la maleta, otro por imprimirte el billete, otro por darte un sándwich. En el hotel, el precio de la habitación es el precio final, sin trampa ni cartón. Y el precio de los servicios añadidos no constituye un atraco a mano armada para nadie. Así, uno sabe en todo momento, lo que se puede permitir y lo que no.

Cadenas como Formule 1 o Ibis lo pusieron de moda y otros como Sidorme lo llevaron al extremo, reduciendo precios y ofreciendo mejores infraestructuras. Actualmente se ha convertido en toda una filosofía de vida y hay quien lo lleva hasta sus últimas consecuencias. Es el caso de Travelodge, quienes no sólo se encargan de ofrecer todo lo necesario para una estancia cómoda a un precio realmente bajo, sino que además apuestan más fuerte. En los hoteles de la cadena Travelodge te puedes llevar a toda la familia, porque los niños, pagan algo así como dos euros y medio. Y por si fuera poco, dan otro paso y te permiten llevarte a tu mascota. Perros y gatos tendrán una camita a su medida, platos para comer y beber y lo más importante, no tendrán que perderse las vacaciones familiares.

La idea me parece genial. Es maravilloso pensar que gracias a estas iniciativas, todo el mundo puede viajar de una u otra manera, y lo realmente importante, el hecho de salir de casa y conocer nuevas culturas, nuevas tradiciones, nuevas gastronomías y sobre todo, hacer nuevos amigos, está al alcance de todos. Así que ya no hay excusa para no empezar a preparar la maleta.

jueves, 25 de febrero de 2010

Huelgas, la solución para nada.

Actualmente vivimos en un ambiente de crispación casi histérica, afortunadamente y por una vez, fuera de España. Grecia y Francia se han apuntado a la moda de la huelga, como solución para ningún problema. Quizá, en sectores ajenos al turismo, el paro absoluto suponga la suficiente presión como para que al final alguien se baje los pantalones y ceda, pero desde luego, en el sector turístico... la huelga no es más que agravar el problema.

Veamos, si alguien va al hospital y en el hospital están de brazos cruzados y le dicen que no le atienden, la cosa es grave. Alguien tendrá que hacer algo en un mínimo espacio de tiempo, porque con la salud no se juega. Y se acaba haciendo. Si se hace huelga, por ejemplo, de agricultores. En no más de una semana la cosa tiene que estar solucionada, porque comer hay que comer. Pero si yo me encuentro que voy a ir de vacaciones a un país, en el que no me van a prestar ningún servicio porque andan de morros con la vida y su gobierno... sencillamente, cambio los billetes y lo borro de la lista de posibilidades.

Consecuencia, si uno presiona en un sector X, puede conseguir lo que pide y continuar su labor, pero si uno presiona en un espacio tan frágil (y que además anda de capa caída) como es el turismo... puede presionar todo lo que quiera, que aunque consiga lo que quería, será para nada, porque el daño ya está hecho y los clientes perdidos. ¿Podrá seguir trabajando después si ya no hay trabajo que realizar? Es lamentable pero es así. Nuestros clientes son poco fieles en ese aspecto. Si me tratas como mi madre, volveré y volveré, pero si tengo que ponerme en tu lugar, los únicos días del año en que lo que yo quiero es uno mover un dedo y mucho menos pensar en nada... paso. Me voy a otro sitio, porque las vacaciones son como las vitaminas y si no las tengo, no funciono igual. Más aún, si las he conseguido pagar, espero, como mínimo, lo mejor. Si me das menos... aunque lleves razón, no volveré a volar contigo, no volveré a tu hotel, ni a tu restaurante, ni a tu playa, ni a tu museo. Sencilla y simplemente porque la oferta es tan grande, que no tengo porqué aguantarlo. No se va a implicar en lo más mínimo.

Y así, nuestros vecinos se cubren de gloria y ya de paso, nos cancelan los vuelos a nosotros. Una situación insostenible y más cuando son precisamente los franceses quienes ostentan el título de 1º potencia en turismo a nivel mundial. Cedido amablemente por los americanos y sus nuevas neurastenias de la seguridad menos segura de todas. Ojalá la sangre no llegue al río y podamos disfrutar en breve de una calma merecida para ver cómo el perfecto engranaje del turismo, se vuelve a mover con soltura.

viernes, 12 de febrero de 2010

La terapia del Carnaval

El Carnaval es una fiesta cuyo significado se pierde en el origen de su historia. Cada uno puede agarrarse a la idea que mejor le parezca, desde la etimología italiana, según la cual, es el período en el que se puede consumir carne, antes de que llegue su prohibición con la cuaresma, el miércoles de ceniza; hasta una fiesta pagana muy antigua cuya tradición habla de una ofrenda de carne al dios indoeuropeo Baal, la fiesta en la que todo vale. Personalmente creo que proviene de las bacanales romanas, aunque reconozco que también podría hacerlo de las fiestas de la fertilidad celta, en las que los campesinos se reunían en verano, con máscaras y el cuerpo pintado de colores, alrededor de una hoguera, para ahuyentar los malos espíritus y celebrar las buenas cosechas. Cientos de historias rodean esta celebración, pero yo me quedo con la de: "la fiesta en la que todo vale". Me gusta.

En realidad es un poco así, todo vale y eso quiere decir que uno se puede transformar en aquello que, en principio, no es. Para bien o para mal, es decir, uno puede disfrazarse de rey y abolir de un plumazo las clases sociales ascendiendo a toda velocidad en el escalafón, o de superhéroe, lo cual lo sitúa muy encima del propio rey; o de dios de alguna religión pagana (porque a los dioses de las religiones oficiales no se les conoce el aspecto), pero también se puede uno disfrazar exactamente de otra persona que sí podría haber sido, ahí entran en juego las profesiones: policía, bombero, médico, enfermera, payaso, legionario romano, cabaretera... gente que quiere ser otra persona de golpe y hacer un pequeño borrón en su saldo emocional, es decir, "todo vale" y yo voy a descargar todo el estrés, la frustración, la rabia… y me voy a cargar las pilas con alegría. Funciona. Aunque uno termine agotado absolutamente, habrá valido la pena.

Pero los mejores disfraces, son los que aluden a la fantasía propia de cada uno... y no me refiero a las carrozas de los desfiles en las que las reinas no simbolizan nada y quedan meramente como elementos decorativos de un conjunto y que finalmente no son más que un reclamo turístico. Me refiero a la gente que se lo curra de verdad y te aparecen vestidos como una verdadera hada del bosque, como un unicornio con dos cuerpos, como un gnomo o como una vaca loca... Genial, aunque mis favoritos son los que van un poco más allá todavía. Tú los ves y no te queda claro, así que preguntas: yo voy de bol de Special K, yo voy de torre gemela, yo voy de wifi ¿no me ves las ondas?, nosotros somos un puñado de tuercas... no, yo no voy de momia, voy de paquete de vendas, somos un botiquín, mira, ese es la jeringuilla, ese la mercromina y aquél va... de botella de alcohol.

Es tan divertido. Yo este año he pensado en disfrazarme de algo que dé mucho miedo, no sé si hacerlo de botella de agua pasando por un control de aeropuerto, de radar de tráfico o de carta de Hacienda. Estoy indecisa. Y es que algunas veces se utilizan los disfraces para denunciar situaciones sociales que son inaceptables o que directamente rayan lo subnormal. Supongo que este año habrá más de uno que se vuelva los bolsillos del revés y diga que va de crisis. Ya sea en Cádiz, en Tenerife, en Venecia, en Brasil, en Munich o en el pueblo de nuestros padres, siempre es sorprendente, siempre es para disfrutar y siempre hay que echarle ingenio para sorprender a los demás. La consigna en algunos lugares es la de no dejarse reconocer hasta el final de la fiesta, lo cual da mucha libertad de actuación, pero claro, primero hay que idear un buen disfraz que mantenga nuestra identidad oculta... toda la noche.

En cualquier caso, Carnaval, como terapia funciona, y al fin y al cabo los requisitos para que funcione son los mismos que había hace miles de años cuando era un ritual para que la cosecha fuese buena o para que los astros fueran propicios: hay que disfrazarse, enmascararse, bailar y divertirse. No parece difícil. ¡Feliz Carnaval!