jueves, 7 de noviembre de 2013

De vacaciones a Chernobyl. Turismo nuclear



Cada vez nos resulta más y más difícil innovar en el tema del turismo. A la hora de buscar un viaje que sea realmente original y que nadie haya hecho,  nos da por pensar y pensar y se nos ocurren las cosas más peregrinas. La última novedad es el turismo radiactivo.
Como si no fuera difícil conseguir ahorrar y después juntar unos días libres para poder romper la rutina y dedicarte a cualquier cosa que no sea hacer lo mismo que haces todos los días de cole… ahora vamos a jugarnos la vida en esos días de asueto para… pues para ser originales y salirnos de la norma.
No sé. No lo veo. Pero debe de tener su cosa, porque parece que ahora que es posible visitar la ciudad dormitorio que descansa abandonada junto a lo que fue Chernobyl… recibe nada menos que 10.000 inconscientes turistas al cabo del año. Este rebaño de aguerridos aventureros entra en la restrictiva zona de exclusión reconvertida en incipiente parque temático nuclear que parece ser susceptible de explotarse turísticamente. No lo veo y sin embargo, inconsciente de mí, estoy desenado tener oportunidad de ser una de esas descerebradas que se juegan la vida, porque sí… por el simple placer de conocer algo que no conozco. Por el morbo de descubrir, que es lo que nos mueve al fin y al cabo.
Especialmente cachondo se me hace el comentario de los responsables de estos improvisados tours de 10 minutos, que es lo que es el tiempo que se permite disfrutar de la ciudad fantasma a los turistas: “No hay ningún peligro de radiación, pero… por si acaso, ¡mejor no vengan ustedes en pantalón corto!”. Da qué pensar. Cierto es que la tela del pantalón vaquero no parece ser la mejor protección contra la radiación, pero si tomamos en cuenta aquella leyenda urbana en virtud de la cual, cuando el terror nos atenaza por la noche, nos tapamos hasta las orejas con la sábana… supongo que el hecho de llevar una pizca más de tela, pues tranquiliza. Quieras que no, algo es algo.
Chernobyl, mejor dicho Prípiat, la ciudad dormitorio de la central nuclear, se encuentra a unos 150 km de Kiev, en Ucrania. 25 años han pasado después de la tragedia y la visita se desarrolla a cosa de 200 metros del reactor número 4, donde tuvo lugar todo el tinglado. De hecho, el tour transcurre, contadores “geiger” en mano, (porque la radiactividad tardará miles de años en remitir y contra eso…) y termina con un detector de radiación al salir del recinto. No tengo claro que ocurre si uno al salid, da positivo, qué ocurre… pero la autoridad competente asegura que en 10 años que llevan gestionando esa novedad, sólo han recogido un “positivo”, de un incauto que llevaba los zapatos contaminados.
El punto álgido de la visita es la noria. Y es que sólo tres días después de la tragedia tenían previsto abrir en Prípiat, un fabuloso parque de atracciones, que sería el orgullo de la URSS y del que quedan como testigos, la noria amarilla y algunos coches de choque, que no llegaron ni a estrenarse. Paradójicamente… los turistas se pegan por hacerse las fotos en este sitio. Al final, para algo ha servido el despliegue de medios.
Esto me recuerda una película bastante regular, que se estrenó en 2012: Chernobyl Diaries, en la cual un grupo de inconscientes (estos sí, con total seguridad, eran inconscientes por no decir algo más grave) se aventuran en un tour poco “serio” y acaban pasando las de Caín en la ciudad. Lo único que ciertamente consiguió la película, además de hacerte pasar un rato de absoluto pánico peliculero, es poner de manifiesto el hecho de que este lugar está rodeado de algo mágico que atrae… que atrae tanto que te juegas la vida por pasar allí 10 minutos y tan contento.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Cerdo al estilo de los Alpes franceses



A petición popular os traigo una receta deliciosa que aprendí en mi viaje por los Alpes franceses. Concretamente en Châtel. A unos cuantos kilómetros del Lago Lemán. Un sitio absolutamente maravilloso, idílico diría yo, pero de esos en los que el invierno se pone duro y hace que la comida contundente sea la única forma de mantenerse con vida.
Desde luego allí, además de conocer personas extraordinarias, pasear por sitios tan bonitos que a veces me gusta recordarlos antes de dormir y de pasárnoslo increíblemente bien, para lo que tengo que añadir que el ir bien acompañado es un ingrediente necesario… además de todo eso, decía, comí como si fuera mi último día en la tierra. Y engordé más o menos en la misma medida, porque todo es comida de esa que vale lo que pesa. A la vieja usanza.
Uno de los platos más apetecibles, y además muy fácil de hacer es este que os traigo hoy: el cerdo al horno.  
Los ingredientes: una cinta de lomo de entre kilo y medio y dos kilos. Una cebolla, un vasito pequeño de vino blanco, aceite, sal, caldito de carne, una cucharada de mostaza, azúcar moreno, pan rallado, cebollino y un poquito de aceite de oliva. También se puede hacer con un lomito de pato y está buenísimo, pero yo tenía más a mano la cinta de lomo.
Empezamos por dorar la carne en la sartén. Todo el trozo, sin contemplaciones ni cortes… vuelta y vuelta hasta que se dore, despacito. Después ponéis un pelín de aceite en una fuente, sal gorda en el fondo, el lomo encima y al horno… 150º y más o menos 20 minutos.
Después lo sacamos. Y untamos la parte superior con mostaza, como si fuera un trozo de pan… después espolvoreamos el pan rallado por encima y otro poquito al horno. 10 minutos más. Hacemos cortes del tamaño de las rodajas que veis en la foto, más o menos. Y lo dejamos reposar un pelín mientras hacemos la salsa.
Vamos a cortar y a freír la cebolla… la retiramos y aprovechando la sartén, podemos freír ahí también un poquito de patata o cebolla, pero para pocharla, no para que cruja. Y después ir agregando caldo de carne y un poquito de vino blanco… al gusto, sal y aceite de oliva… no demasiado, en cantidad… dependiendo del tamaño del lomo. Que reduzca un poco… y si está muy líquido lo podéis espesar con algo de harina, pero no hará falta… el ojo por ciento no falla nunca.
Luego ponéis la salsa y las patatas en la fuente de antes y encima el lomito y al horno de nuevo, un pelín para que todo coja color y calor y al sacarlo, cortáis otro poquitín de cebolla y de cebollino y lo espolvoreáis por encima de las rodajas de carne y tiene que quedaros lo mismo que tengo yo en este plato. Una delicia.

jueves, 29 de agosto de 2013

Vuelos para adultos



¿Qué os parece el tema? Vuelos exclusivamente para adultos. No, no tiene nada que ver con ningún contenido sexual sino con el hecho de que los que vuelan sean adultos y no se permitan niños a bordo. Dicho así suena bastante clasista, pero lo cierto es que tiene su lógica. Y es que es algo que sólo se puede comprender cuando uno ha pasado 12 horas de vuelo en un asiento cerca de un bebé que apunta maneras como futuro cantante de ópera.  Bebés que lloran descorazonadoramente durante más horas de las que tú eres capaz de mantenerte despierto. O esos encantadores infantes públicos, cuyos padres son tan generosos que apuestan por la custodia compartida. Compartida con todo bicho viviente y no queda claro si esperan que seas tú quien les regale un pedacito de tu educación a modo de sonora bofetada. En fin… hay vuelos en los que uno definitivamente tiene mala suerte y a veces, esos vuelos son largos. Lo que hace que se conviertan en mucho, mucho más largos y ninguna de las amables atenciones de la azafata te sirven de nada, cuando lo único que quieres es abrir la puerta, dar un par de palmadas y gritar: “ale, al recreo” con la esperanza de que los angelitos salten al vacío para jugar un ratito fuera.
Bueno, entre la mala suerte de que un bebé llore por el comprensible dolor de oídos que le provoca el cambio de presión y la falta de interés de algunos padres por educar a sus fieras… hay muchos niños que se suben a un avión y ni se les oye ni se les siente hasta que el avión aterriza. Y también puedo dar fé de ello, porque además os aseguro que yo fui una de esas niñas del segundo tipo. Pobrecita de mí si no, que mi madre en concepto de educación, era una catedrática honoris causa.
Ahora, el tema es el siguiente: ¿es justo que paguen todos los niños por unos cuantos? Lo ideal sería, por un lado que los padres tuvieran a bien educar a sus vástagos como parte del dulce cometido de eso, ser padre; y por otro que las azafatas contasen con un botiquín suficiente que permitiera eliminar el dolor de los más pequeñines y así no sólo aliviar su dolencia, sino suavizar de paso el viaje a los demás pasajeros.
El caso es que algunas compañías como Malaysia Airlines, Air Asia, Singapore Airlines, Scoot Airlines… en otras, ofrecen opciones de zonas restringidas para menores de 12 años, bajo el nombre de “zona tranquila”. Y quizá la idea no sea del todo mala, sino que simplemente esté mal planteada. La solución es crear un área apartada, insonorizada incluso, y en ella que viajen los niños maleducados, en compañía de los pasajeros adultos que hablan a gritos, los que se emborrachan y montan numeritos y todos aquellos cuyo comportamiento es igual de molesto, aunque tengan más de 12 años. ¿Estáis de acuerdo?

miércoles, 26 de junio de 2013

Viena, cada vez suena mejor



¿Recordáis lo bien que sonaba Viena hace un mes? Pues éste ha sido el resultado. Si alguna vez os habéis preguntado ¿cómo es la vida en Viena? Nuestro amigo Iván Ferreiro lo resume de una forma fantástica y muy personal en este video, que estoy segura de que os va a encantar. A mí, me tiene enamorada. ¿Qué os parece? 

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jueves, 9 de mayo de 2013

Viena ha sonado genial con Iván Fereiro



Iván y Amaro Ferreiro en MQ. Viena
Hace cosa de un mes, a nuestros amigos de la Oficina de Turismo de Viena se les ocurrió hacer una colaboración con Iván Ferreiro y lanzar un concurso para que 4 personas viajaran a la ciudad con la intención de participar en la grabación del video del nuevo disco de Iván.
La idea era contestar a una simple pregunta: ¿Por qué tú y nadie más que tú debería ser elegido para ir a Viena y participar en este video? Y las mejores respuestas han ganado un viaje para dos personas.
Los afortunados, es decir, los que dieron las respuestas más indiscutibles fueron Toni e Inés, así que ellos, acompañados de Lourdes y Carlota llegaron a Viena el pasado día 6. A partir de entonces, todo fue pura diversión.
Rodando el video para el nuevo disco de Iván y su hermano Amaro Ferreiro, hemos estado con ellos en el Museum Qartier, en la noria del Prater, comprando discos, en una lancha por el Danubio, en el restaurante Palmenhaus, en los viñedos de Conbenzl, en un sinfín de sitios chulísimos para terminar rematando con un estupendo concierto en el Strandbar, es decir, un bar a orillas del Danubio con auténtica arena de playa… semejando eso, una playa.
En concierto en el Strandbar.
¿Qué os puedo adelantar? Si sois fans del ex cantante de Los Piratas… pues que el video va a ser algo más que bonito. Os va a encantar. Eso seguro. Pero además las canciones, en su línea, son íntimas, de las que se disfrutan, bueno ya sabéis cómo son sus canciones. Y si no, lo sabréis en junio.
Iván es un chico simpático, es decir poco, abierto, sencillo, divertido, auténtico. Su hermano Amaro, a quien también hemos tenido oportunidad de conocer con un poquito más de profundidad, es un chico sorprendente. Tremendamente sincero, cariñoso, abierto, muy inteligente y además muy gracioso. Claro que tanto arte, no se comprende sin la musa, su mujer Paula, que también ha formado parte de nuestro curioso grupo en el disfrute de este proyecto. Porque no sólo es guapísima, además es un encanto de mujer y tremendamente discreta. Ya podemos ver de dónde les llega la inspiración, al menos a Amaro.
Inés y Carlota
Los otros protagonistas de esta historia, Toni y Lourdes e Inés y Carlota. Cuatro chicos afortunados que se han animado a formar parte de esta aventura y nos han proporcionado la oportunidad de pasarlo maravillosamente bien a su lado.
¿Moraleja de esta historia? Los premios tocan, así que no dejéis de visitar la página de Viajes a Austria, para que estéis al día de todo lo que puede ocurrir en los próximos meses.