jueves, 25 de febrero de 2010

Huelgas, la solución para nada.

Actualmente vivimos en un ambiente de crispación casi histérica, afortunadamente y por una vez, fuera de España. Grecia y Francia se han apuntado a la moda de la huelga, como solución para ningún problema. Quizá, en sectores ajenos al turismo, el paro absoluto suponga la suficiente presión como para que al final alguien se baje los pantalones y ceda, pero desde luego, en el sector turístico... la huelga no es más que agravar el problema.

Veamos, si alguien va al hospital y en el hospital están de brazos cruzados y le dicen que no le atienden, la cosa es grave. Alguien tendrá que hacer algo en un mínimo espacio de tiempo, porque con la salud no se juega. Y se acaba haciendo. Si se hace huelga, por ejemplo, de agricultores. En no más de una semana la cosa tiene que estar solucionada, porque comer hay que comer. Pero si yo me encuentro que voy a ir de vacaciones a un país, en el que no me van a prestar ningún servicio porque andan de morros con la vida y su gobierno... sencillamente, cambio los billetes y lo borro de la lista de posibilidades.

Consecuencia, si uno presiona en un sector X, puede conseguir lo que pide y continuar su labor, pero si uno presiona en un espacio tan frágil (y que además anda de capa caída) como es el turismo... puede presionar todo lo que quiera, que aunque consiga lo que quería, será para nada, porque el daño ya está hecho y los clientes perdidos. ¿Podrá seguir trabajando después si ya no hay trabajo que realizar? Es lamentable pero es así. Nuestros clientes son poco fieles en ese aspecto. Si me tratas como mi madre, volveré y volveré, pero si tengo que ponerme en tu lugar, los únicos días del año en que lo que yo quiero es uno mover un dedo y mucho menos pensar en nada... paso. Me voy a otro sitio, porque las vacaciones son como las vitaminas y si no las tengo, no funciono igual. Más aún, si las he conseguido pagar, espero, como mínimo, lo mejor. Si me das menos... aunque lleves razón, no volveré a volar contigo, no volveré a tu hotel, ni a tu restaurante, ni a tu playa, ni a tu museo. Sencilla y simplemente porque la oferta es tan grande, que no tengo porqué aguantarlo. No se va a implicar en lo más mínimo.

Y así, nuestros vecinos se cubren de gloria y ya de paso, nos cancelan los vuelos a nosotros. Una situación insostenible y más cuando son precisamente los franceses quienes ostentan el título de 1º potencia en turismo a nivel mundial. Cedido amablemente por los americanos y sus nuevas neurastenias de la seguridad menos segura de todas. Ojalá la sangre no llegue al río y podamos disfrutar en breve de una calma merecida para ver cómo el perfecto engranaje del turismo, se vuelve a mover con soltura.

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